viernes, 29 de abril de 2016

RAMOS # ZAPETTI - ENIGMAS CRUZADOS

Una historia contada por Francisco Alcántara Jurado, publicada en el nº 398 de la revista Madrid Científico en 1902, relativa a los inicios de la fotografía y a la posibilidad de que un español, concretamente un zaragozano apellidado Ramos Zapetti se encontrara entre los pioneros inventores, ha sido el origen de diferentes indagaciones encaminadas a identificar al personaje del que, sorprendentemente, nadie sabe nada, hasta el punto de que la búsqueda ha sido bautizada como el "Enigma Ramos Zapetti"

Madrid científico 1902. Colaborador: Francisco Alcántara

Tendemos a dar credibilidad a aquello que vemos escrito en documentos que tienen una cierta antigüedad y además en este caso la historia apareció en una revista de carácter científico divulgativo  aunque, como veremos más adelante todo es susceptible de interpretación y la memoria a veces juega malas pasadas, sobre todos cuando nos encontramos ante personas de una cierta edad y frente a anécdotas en las que intervienen muchos actores.

El autor de la crónica, Francisco Alcántara, (1854-1930) natural de Pedro Abad (Córdoba), fue un hombre de amplia formación y gran predicamento, profesor de la Escuela de Artes Industriales, colaborador como crítico de arte en diarios y revistas, que estuvo relacionado con Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, con M. Bartolomé Cossío y Aureliano Beruete y mantuvo una estrecha amistad con José Ortega Munilla, padre de Ortega y Gasset quien se referirá a Alcántara como “mi maestro”.

La fuente de información primaria, bien conocida en este blog, es Vicente Poleró y Toledo, personaje digno de toda confianza, ganada por su amplia formación y erudición, plasmada en más de una docena de publicaciones relacionadas con el mundo del Arte, museos, colecciones, restauración, grabado y un largo etcétera.
Federico Madrazo, Retrato de Vicente Poleró 1873
 MNP  Depositado en el Museo de Lugo


¿EL INVENTOR DE LA FOTOGRAFÍA?

Así se titulaba la crónica que Francisco Alcántara publica en 1902 en la revista Madrid Científico y merece una lectura detenida. El cronista cuenta que realizando una visita al pintor y restaurador octogenario D.Vicente Poleró, a quien colma de elogios, se puso a hojear unos tomos en los que éste había recogido sus memorias:
       "Chocóme al hojear uno de dichos tomos el retrato, cuya reproducción acompaña estas líneas y obtuve sobre él los siguientes pormenores: 
Retrato que aparece en la publicación citada

        "Lo adquirió de un chamarilero antiguamente establecido en la Carrera de San Jerónimo, ... Después de limpio y aderezado mostróse una pintura de mérito. Púsose á investigar quién sería el retratado sin conseguirlo, hasta que un día y aquí llega el momento en que la casualidad presta gran interés científico a las investigaciones del artista, fue a su estudio don Federico de Madrazo a quien sorprendió grandemente la pintura, reconociendo en ella acto continuo a su compañero de Roma, José Ramos Zapetti, natural de Zaragoza."

Hasta aquí la crónica resulta creíble en todos sus aspectos; sabemos que Poleró tiene la afición de adquirir pinturas antiguas de ocasión y restaurarlas y que mantiene una relación de amistad con Federico de Madrazo que además será su jefe directo como Director del Museo Nacional de Pinturas (El Prado) en su trabajo de restaurador oficial de la institución. 

Las dificultades comienzan con la transcripción que Alcántara dice realizar de las Memorias escritas por Poleró sobre el personaje retratado:

      «Por los años de 1834 al 40, hallándose don Federico de Madrazo estudiando en Roma, había un joven pintor llamado José Ramos Zapetti, natural de Zaragoza, pensionado por un paisano suyo."

La primera frase ya nos provoca dudas ya que Federico Madrazo no llega a Roma hasta finales del año 1839. Hasta entonces la mayor parte del periodo para el que obtuvo la beca lo pasó en París. Del 29 de octubre de 1839 es la primera carta que le escribe a su padre desde la ciudad eterna en la que le cuenta los pormenores de su llegada.

      "Más que para artista pintor, Ramos Zapetti había nacido para químico. ... Sus compañeros le llamaban el nigromántico, pues siempre que iban a verle encontrábanle ocupado en sus experimentos. ... Sobre esto daban muchos detalles, tanto D. Federico de Madrazo como D. Carlos Rivera, a quien debo estas noticias."

La entrada del pintor Carlos Luis de Ribera en el relato contribuye a aumentar las dudas sobre la historia, pues este pintor, colega y amigo de Federico Madrazo, nunca estuvo con él en Roma, ya que durante todo el periodo de su beca residió en París, desde el año 1836 al 1845, por tanto no es posible que pudiera aportar noticias de unos hechos acaecidos en Roma.

Izq.: Retrato de Federico de Madrazo pintado por Carlos Luis de Ribera (Hispanic Society) 1839
Dcha.: Retrato de Carlos Luis de Ribera pintado por Federico de Madrazo (MNP) 1839

          "Asegurábales Ramos cuantas veces se encontraban que muy pronto había de darles a conocer los admirables resultados obtenidos con su cámara oscura, que redundarían en beneficio de todos y muy especialmente de los artistas sus compañeros que podían ahorrarse el modelo y maniquí. Un día, citados de antemano D. Carlos y don Federico, vieron asombrados reproducida en brillante lámina de cobre una figura y parte del estudio, que con júbilo grandísimo les mostró Ramos Zapetti comprobando cuanto les había anunciado."

Además del hecho de que "D. Carlos" [Ribera] no pudo asistir a la cita que se menciona por no hallarse en Roma, sorprende el asombro que se menciona, dadas las fechas del relato, en relación con el invento de la fotografía, dado que Madrazo cuando llega a Italia era conocedor de que la fotografía ya estaba inventada.

En efecto, a lo largo del año 1839, viviendo Madrazo en París, ya se habían sucedido diversas presentaciones privadas de lo que vino a llamarse el daguerrotipo, que fue oficialmente expuesto al público por su artífice, Louis-Jacques Mandé Daguerre, el 19 de agosto de ese mismo año ante la Academia de las Ciencias francesa. Estas experiencias fueron reflejadas por Madrazo en al menos seis de las cartas que en esa época dirige a su padre. En la última que le escribe antes de su partida a Roma, el 7 de septiembre, le comenta:

          "He visto por fin el resultado, o sea las pruebas, que se pueden obtener por el daguerrotipo y es verdaderamente cosa maravillosa, increíble, a no verlo. Roca [de Togores] ha comprado un aparato que ya se venden..."
Carta de Federico de Madrazo a su padre  7 de septiembre de 1839

Esto, por tanto, ocurría antes de que Federico Madrazo llegara a Roma, por ello la anécdota contada a Poleró en la que habla de "admirables resultados obtenidos  con la cámara oscura" por Ramos no podían sorprender de ningún modo a un Madrazo que había conocido personalmente en París los resultados efectivos del nuevo invento. Por ello no es posible aceptar la veracidad de esta historia, al menos en el tiempo y lugar en que se sitúa.

El colofón de la transcripción corrobora esta imposibilidad:

         "Fue éste un acontecimiento celebrado entre los artistas. Hubo quien hizo proposiciones para la adquisición del invento, que Ramos no aceptó. Unos dos años después se hizo público el invento de Daguerre».

Como hemos comentado, el invento de Daguerre ya había sido presentado en público en París en 1839 y había sido bien conocido por Madrazo antes de que fuera a establecerse a Roma por lo que esta conclusión, relativa a ese tiempo y lugar es claramente imposible.

El autorretrato de "Ramos Zapetti"

Descartada la vía de búsqueda del personaje por los hechos narrados queda la pista de la imagen reproducida en la revista de la que se dice ser el autorretrato del pintor Ramos Zapetti, siguiendo la cual se puede indagar acerca de su verdadera identidad. Empezamos buscando estos apellidos y no es posible encontrarlos juntos en ningún personaje dentro o fuera del mundo del arte. Lógicamente la dificultad está en el apellido Zapetti ya que con el apellido Ramos podemos encontrar más de un pintor español de la época.

En esta situación y con ocasión de una visita a la exposición Effigies Amicorum, en el Museo del Prado en la que se presentaban diversos retratos de Federico Madrazo realizados con distintas técnicas, veo entre los personajes expuestos al pintor y grabador José Zanetti y pienso en la posible confusión entre Zanetti y Zapetti. La información que se aporta dice que el retrato fue realizado en Roma el año 1842.

Federico de Madrazo. Retrato de José Zanetti
Firmado y fechado: Roma 1842

A pesar de la similitud del nombre y la coincidencia con el lugar y el tiempo de la narración, el cotejo de la imagen con el autorretrato de la revista resulta poco convincente, pero este nuevo nombre de Zanetti permite abrir una nueva línea de investigación.

La crónica de la revista finalizaba con una información puntual sobre el paradero de la obra:  

        "El retrato del pintor y químico de Zaragoza fue adquirido a Poleró por el marqués de Santa Marta y hoy debe figurar en las galerías de sus herederos". 

Por ello me dirijo a la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, fundada en 2012 por la marquesa de Santa Marta y condesa de Torre Arias, heredera de dicha colección de pintura, preguntando por el presunto Autorretrato de José Zanetti. A pesar de una primera respuesta negativa, insisto remitiendo la imagen publicada en la revista de 1902 y desde la Fundación me envían amablemente diversas fotografías de la obra con diferentes detalles de la misma entre los que figura la indicación de un nombre: Francisco Ramos y diversos detalles ampliados que pueden ilustrar sobre el personaje y la antigua pertenencia de la obra a la colección Torre Arias.

Original del Autorretrato reproducido en la revista Madrid Científico
Col. Fundación Tatiana de Guzmán el Bueno

La coincidencia con la imagen de la revista queda fuera de toda duda por lo que a partir de ese momento descarto la búsqueda de Zanetti, (que es la que han seguido otros investigadores, como el profesor Hernández Latas de la Universidad de Zaragoza, quien ha realizado una exhaustiva investigación en torno a ese pintor y litógrafo) y por mi parte decido continuar el camino en busca de Francisco Ramos, retomando algunos pasos anteriores relacionados con el apellido Ramos.


BUSCANDO A FRANCISCO RAMOS

La primera señal de estar en el buen camino la encontré en un Catálogo de Pinturas de una Exposición realizada por la Sociedad de Amigos del Arte en 1913.

Anuncio de la exposición en la revista Por el Arte, Mayo 1913

En el Catálogo aparece la obra con el nº 64.
Catálogo de la Exposición de Pinturas Españolas 
de la primera mitad del siglo XIX. Año 1913. 
 64.- Auto-retrato por D. Francisco Ramos. Propiedad del Excmo. Sr. Conde de Torre Arias
Imagen del Auto-retrato reproducido en el Catálogo


El siguiente paso, que no puede faltar en cualquier búsqueda, es la consulta a la Fototeca de Patrimonio Histórico, donde efectivamente se encuentra la fotografía del Autorretrato, coincidiendo el nombre del autor.
Nº de inventario: 3085 B
Título: Autorretrato
Autor de la obra:  Francisco Ramos
Archivo Moreno. IPCE

Como puede verse, el nº 64 que figura en el marco se corresponde con el número asignado en la Exposición de la Sociedad de Amigos del Arte anteriormente mencionada.

Pero la pieza de convicción fundamental proviene de un documento anterior en el tiempo: el Catálogo de la Colección de Enrique Pérez de Guzmán, Marques de Santa Marta realizado en 1875 por el propio Vicente Poleró, en el que a pesar de que no aparece la imagen de la obra se aporta una exacta descripción del Autorretrato y la identificación indubitable del pintor: D. Francisco Ramos y Albertos. 
275 Retrato de D. Francisco Ramos, pintado por él mismo.- Figura de medio cuerpo, tamaño natural. Alto, 0,60. Ancho, 0,54. (Obsérvese que el nº 275 es el que aparece pintado con tiza en la fotografía del IPCE)
       "Aparece en actitud de pintar, rodeado de varios libros de la profesión, en uno de los que se ve la firma. Su edad será de cincuenta años, su semblante animado, facciones angulosas y color arrebatado, boca de labios gruesos. Viste una especie de bata de color azulado y por encima una especie de toquilla encarnada."

En la información biográfica que aporta Poleró del personaje incluye que "En la invasión francesa fue privado de su empleo y hallándose sin recursos se vio obligado a vender a vil precio sus obras". lo que explicaría el hecho de que su retrato estuviese en manos de un chamarilero cuando Poleró lo encuentra.

En 1959 el historiador, D. Juan Contreras, Marqués de Lozoya, publica unas Cartas de Nicolás de Azara a Francisco Javier Ramos y en la semblanza preliminar del pintor hace referencia a este autorretrato de la colección del marqués de Santa Marta:

La presencia de la obra en el Catálogo nos hace pensar que sea cierta la primera parte del relato del cuadro contado por Vicente Poleró, es decir el hecho de haberlo comprado en un establecimiento de la Carrera de San Jerónimo, haberlo restaurado y posteriormente vendido al Marqués de Santa Marta, todo ello antes de 1875, fecha en que realiza el Catálogo. Es un hecho que la dedicación a la restauración que Poleró inicia tempranamente de modo autodidacta, le lleva a la adquisición de obras en el mercado de viejo con las que realizar sus prácticas. Afición que se convertirá en el fundamento de su carrera profesional y la principal razón por la que ha pasado a la historia. 

Quizás pueda sorprender que en 1902, Vicente Poleró pueda haber olvidado este extremo y a preguntas del Sr. Alcántara lo haga formar parte de una historia plagada de inexactitudes. Solo cabe pensar que el octogenario restaurador pudiera en ese tiempo tener fallos de memoria.


EL PINTOR FRANCISCO RAMOS

Francisco Javier Ramos Albertos nació en Madrid el 30 de marzo de 1746, y murió en la misma ciudad el 11 de octubre de 1817. Recibió sus primeras enseñanzas de pintura en el taller del fraile pintor y académico Bartolomé de San Antonio (1708-1782). Fue un alumno destacado pues a los diecisiete años ya ganó un premio en la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando.

Pensionado por Carlos III para proseguir sus estudios en Roma, salió de Madrid en enero de 1777 con otros cuatro jóvenes pintores para seguir su formación junto a Anton Rafael Mengs que hacía poco tiempo que había conseguido el permiso para trasladarse a Roma a causa de sus problemas de salud. Por estos años la huella de las enseñanzas de Mengs estaba muy presente en la Academia madrileña a la que Ramos siempre será fiel. Tras la muerte de Mengs se mantuvo en contacto con el diplomático D. José Nicolás de Azara, gran admirador y amigo del maestro, con quien Ramos mantuvo una entrañable amistad: hecho que se evidencia en las cartas publicadas por el Marqués de Lozoya quien considera que "El culto a Antonio Rafael Mengs, profesado por ambos con fervor de devotos, fue, sin duda, la base de esta compenetración espiritual."

Residiendo todavía en Roma, en 1787, remitió un cuadro de San Pedro curando al paralitico que fue objeto de elogio por la prensa especializada italiana: Se fosse vivo il gran Maestro, si gloriarebbe d’un tanto Scolare". La obra gustó tanto al rey que decidió quedarse con ella y encargó una copia para la iglesia granadina a la que estaba destinado y poco después le nombró pintor de cámara «con la precisa obligación de enseñar el arte de la pintura a los jóvenes que le proponga la Academia», lo que requería su vuelta a España que se realiza en 1788.

F.J. Ramos, San Pedro curando al paralitico 1783 Colección particular

La muerte del monarca dejo en suspenso ese nombramiento que su sucesor, Carlos IV no ratificó. No obstante, al llegar es nombrado académico de mérito de la Academia de San Fernando, y posteriormente, en 1794, teniente director de pintura de la misma.

De su actividad de carácter más neoclásico se conservan las obras que realizó para el embajador de Rusia Ángel Sáez y Sebastián Martinez que se conservan en el Museo estatal Arkhangelskoye (Moscú).
Francisco Ramos Albertos, Izq.: Ganímedes (1786c)  Dcha.: Hebe (1784)
Museo estatal Arkhangelskoye (Moscú)

De su mano se conservan también dibujos como el retrato de su amigo el grabador Manuel Salvador Carmona, casado en segundas nupcias, con la hija mayor de Mengs o los dibujos de personajes que fueron grabados por Doménico Cunego que se conservan en la Biblioteca Nacional de Portugal y en la de España.
F. Ramos, Retrato de Manuel Salvador Carmona (1778) BNE
Dos de los grabados de Cunego con dibujo de F. Ramos BNP

Tras la invasión francesa se quedó sin destino y padeció unos años de estrecheces "quedando reducido a la miseria y viéndose obligado, vender vil precio todos sus trabajos" (Osorio y Bernard 1868) para su subsistencia. Como hemos comentado éste puede ser el momento en que vende su retrato al establecimiento donde lo encontrará posteriormente Poleró. En 1812 es repuesto como profesor y como pintor de cámara, lo que le permite disfrutar de nuevo de su actividad aunque por poco tiempo pues la muerte le sorprende cinco años después, en 1817.

Aunque no se trata de un pintor muy conocido no es difícil hallar referencias suyas en autores de la época y posteriores, en las cuales casi siempre figura una mención explícita a su Autorretrato.

Enrique Serrano Fatigati, fundador de la Sociedad Española de Excursiones, habla de la desigual fortuna del pintor y menciona su autorretrato en un artículo publicado en La Ilustración Española y Americana el 15 de mayo de 1911, dedicado al filósofo y pedagogo suizo J. H. Pestalozzi, que fue retratado por él:

    "Revélase en esta obra Francisco Ramos Albertos como un artista que no tenía nada de adocenado, y su fama fue, sin embargo, tan escasa, y su nombre tan obscuro, que sólo llegó aquella a las columnas de los diccionarios y apenas es conocido éste de gentes que no formen en el grupo de los eruditos. Disfrutó, sin embargo, no hace aún muchos años, de honores y distinciones, leyéndose en sus biografías detalles que le hacen digno de ser más recordado."

  "De su pincel quedó en Madrid el Tránsito de San Agustín en la iglesia de la Encarnación, y por Toledo, Ciudad-Rodrigo, Jumilla, Academia de Méjico y otras localidades y corporaciones, se repartieron otros muchos lienzos suyos, unos buenos y otros apreciables, habiendo hecho también varias obras para el Embajador de Rusia, ... y un autorretrato que se conserva en la colección de Santas Martas" (sic). 

Francisco Ramos. Retrato de Pestalozzi. RABASF

El retrato de Pestalozzi, que se conserva en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, se considera una de sus producciones más acertadas y tiene evidentes paralelismos con su propio autorretrato por el fondo utilizado y por el tratamiento de la figura.

Sobre la actividad de Francisco Ramos Albertos y otros discípulos de Mengs ver “Crear artífizes yluminados en el buen camino de el Arte: los últimos discípulos españoles de Mengs de J. Jordán de Urríes y de la Colina, de Patrimonio Nacional. (Goya. Revista de arte, núm. 340, 2012).


LOS DETALLES DE LA OBRA QUE CONFIRMAN LA IDENTIDAD DE SU AUTOR

Además de que todos los autores de la época ofrecen la seguridad de que estamos ante el retrato del pintor Francisco Javier Ramos Albertos, en la obra aparecen una serie de elementos y detalles que no hacen sino confirmar la identidad del artista retratado. Esta inclusión de elementos identificativos es bastante frecuente en retratos de la primera mitad del XIX.

En primer lugar es evidente que estamos ante un pintor por la presencia de un lienzo vertical a la derecha y la paleta que el artista sostiene con la mano izquierda sujetando un pincel entre el pulgar y el índice. Todos ellos atributos habituales del pintor que se presenta "en actitud de pintar". Es probable que la obra, quizás por hallarse deteriorada antes de su restauración, hubiera podido ser recortada por la parte inferior pues sorprende que no se muestre la mano derecha.

La ropa que viste, que aparece cubierta por un guardapolvo de tono verdoso con un forro rojo-anaranjado de suave material para hacerlo confortable y abrigado, muestra detalles de calidad como la chaqueta de terciopelo azul con un adorno blanco de la que apenas se entrevé la solapa, o el pañuelo de seda coordinado con las tonalidades de la ropa que le dan un toque de distinción. Como en otras ocasiones la moda de la época es fundamental para su datación. Podemos ver el mismo tipo de bordados en retratos del mismo momento realizados por su compañero Luis Paret, también alumno de Mengs en la misma época.

Situados ligeramente detrás del lienzo se pueden ver dos libros de cierto volumen. En el lomo del superior aparece el nombre del autor clásico P. Virgilius, autor de la Eneida, dedicada al fundador de Roma, que puede representar el ideal neoclásico del pintor y al mismo tiempo su presencia en la ciudad eterna. En el volumen inferior podemos distinguir claramente, aunque esté incompleto, Tdo. de Anat [omía].
Detalle de los tejuelos de los libros en la obra

La presencia del Tratado de Anatomía, además de ser un elemento habitual para el estudio de la figura humana tiene importancia especial en este caso ya que sabemos, por el artículo mencionado del Marqués de Lozoya, que Ramos, escribe un memorial para que en la Academia madrileña se utilice el Tratado de Anatomía de Mr. Epilé, pintor del Rey de Francia en 1765, en el que además de otras razones aduce "el aprecio que Mengs hacía de este tratado, que hacía poner en manos de sus discípulos para su instrucción en este ramo importante de la pintura". Finalmente, en la esquina inferior izquierda, vemos como su brazo se apoya en otro libro oscuro en el que distinguimos claramente el nombre de su maestro y mentor MEN/GS.

Detalles de la obra

La parte trasera del cuadro, que como dice el profesor J. Mª Luzón guarda a menudo valiosas informaciones, muestra detalles que informan sobre la obra entre los que distinguimos el nombre del autor, Fr. Ramos, y la procedencia de la colección Torre Arias.


Detalles de la parte trasera en la que figura el nombre del autor y de la colección

A pesar de algún encomiable estudio queda mucho por investigar sobre este pintor y su época. Ya en 1959, el Marqués de Lozoya decía refiriéndose a Francisco Ramos: "Sería interesante un estudio de los cuadros del más fiel de los discípulos de Mengs, hoy completamente olvidado" , y en relación con su época reivindicaba "la revisión de los valores de la generación académica de fines del siglo XVIII, injustamente exaltada en su tiempo e injustamente desdeñada en el nuestro".

CONCLUSIÓN

El "Enigma Ramos Zapetti" no encierra una sino dos historias que han de ser separadas y tratadas de modo independiente para conseguir su total esclarecimiento. Habría que hablar en su caso de un "Enigma Ramos" y de un "Enigma Zapetti" o mejor "Zanetti". 

La historia relativa al apellido Zanetti, tiene que ver con un pintor-grabador que realizó sus estudios en Zaragoza y que se traslada a Roma donde se sitúa la narración de su historia relacionada con los inicios de la fotografía y su probable inclusión entre los pioneros inventores, trabajo que ha avanzado extraordinariamente el profesor Hernández Latas de la Universidad de Zaragoza.  

La segunda historia en relación con el apellido Ramos, deriva exclusivamente del retrato presentado en la revista y su verdadera identificación, es la que he intentado esclarecer en esta entrada y que salvo nuevas aportaciones, siempre posibles, me ha conducido a través de documentos de toda credibilidad a su indudable identificación como autorretrato del pintor madrileño Francisco Javier Ramos y Albertos.

Sería un error intentar casar ambas historias ya que la indudable atribución del retrato Francisco Ramos por todos los autores mencionados de la época y los documentos que avalan tal identificación no pueden en ningún caso aplicarse a la historia del pintor-grabador Zanetti, posterior en casi medio siglo, aunque los azares de una crónica periodística los haya unido. 

En todo caso y dada la imposibilidad de que el hecho que se cuenta pudiera haber ocurrido en el tiempo y lugar que recoge el artículo, si consideramos la posible verosimilitud de la anécdota narrada, habría que pensar en trasladar la investigación desde la Roma "de 1834 al 1840" al París de esos mismos años para que pudieran encajar los distintos elementos y protagonistas de la misma.

Puede leerse el artículo completo de la revista Madrid Científico núm. 398 de 1902, en la Hemeroteca digital de la BNE.

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