martes, 4 de agosto de 2015

VICENTE POLERÓ VUELVE A CÁDIZ - LOS OBJETOS HABLAN [3]

La tercera y última entrada dedicada a la exposición itinerante del Museo del Prado, "Los objetos hablan" que se celebra en la actualidad en Cádiz se dedica  al gaditano Vicente Poleró y a  una de sus obras más interesantes, presentada en la exposición: La Cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiroperteneciente al denominado Prado Disperso que habitualmente se encuentra depositada en el Museo de Bellas Artes de Asturias en Oviedo. 

EL GADITANO VICENTE POLERÓ

Vicente Poleró 
Cat. de la Expo. Primeros tiempos de la fotografía en Zaragoza. Cajalon 2010

Vicente Poleró  (1824-1911), natural de Cádiz, aunque no culminó ninguno de sus estudios iniciados, fue pintor, arqueólogo, tratadista y restaurador, actividad esta última de la que fue autodidacta y que constituyó su principal actividad profesional y la que le ha dado más nombre. Fue restaurador de obras en  el Monasterio del Escorial y en el Museo del Prado. 

Pasó sus primeros años en Cádiz, después vivió en Sevilla, trasladándose aun joven a Madrid donde continuó sus estudios en San Isidro el Real, que abandonó para trabajar de escribiente. Con solo catorce años realiza su primer viaje a Toledo y descubre su vocación por el dibujo, por lo que a su regreso se matricula en la Escuela de Dibujo del Convento de la Trinidad, habiendo tenido por maestro, aunque por poco tiempo, a Vicente López, y a José Balaca, entonces estudiante en la Academia, en dibujo y color.

Su primera obra y quizás la que le ha dado más fama es El Arte de la Restauración, publicado en 1853, fue el primer tratado publicado en España en el que podemos ver un planteamiento moderno sobre la intervención del restaurador en la obra pictórica, con el máximo respeto y la mínima intervención, que ha constituido una guía indispensable y una referencia obligada hasta mediados del siglo XX. Poleró considera la restauración como un arte que debe ser aprendido y que debe estar sujeto a continuo perfeccionamiento; no marca una barrera entre la pintura  y la restauración, sino que considera ésta última como una especialidad dentro del trabajo de pintor. Cuenta en sus Recuerdos de Antaño que en 1849 terminó de redactar el manuscrito de la obra que presentó al Director del Museo de Pintura, José de Madrazo y por su consejo decidió darlo a la imprenta. Suele decirse que gracias al buen nombre conseguido con la publicación de su Tratado, fue contratado en 1854 como Restaurador por el Museo del Prado, pero lo cierto es que en la publicación de 1853 ya figura como Individuo de la Sala de Restauración del Real Museo de Pinturas y esculturas de S.M. Es posible que fuera contratado en el tiempo que medió entre la lectura del manuscrito por Madrazo y su publicación.

Poleró recibe el encargo de realizar tareas tanto de restauración como de catalogación y organización de las obras del Real monasterio de San Lorenzo de El Escorial, actividad que ejerció durante tres años  tiempo que aprovechó para redactar su Catálogo de los cuadros del Real Monasterio de San Lorenzo, llamado del Escorial, en el que se comprenden los del Real Palacio, Casino del  Príncipe y Capilla de la Fresneda (Madrid, 1857).

A pesar de alguna laguna en su contratación, probablemente en algún momento por falta de fondos, Poleró no deja su actividad en el Museo. En 1863 figura como tercer restaurador de pintura en el documento de la Nueva Planta de empleados del Museo y continuará en ese puesto hasta 1866, siendo director del Museo en esos años Federico Madrazo. Allí se ocupó de restaurar obras fundamentales de la pintura española, como el Caballero de la mano en el pecho de El Greco, tal como se recoge en el interesante documental "Fondo para un Caballero"

Como teórico del Arte publica en 1868 Breves observaciones sobre la utilidad y conveniencia de reunir en uno solo los dos museos de pintura de Madrid y sobre el verdadero estado de conservación de los cuadros que constituyen el Museo del Prado, obra en la que explora la posibilidad de unificar las colecciones estatales en un único y gran museo nacional presagio de una política museística que más tarde se convertiría en realidad. También publica en 1866 un Tratado sobre la Pintura, entre cuyas técnicas incluye la restauración; y como dibujante e historiador del Arte realiza una serie de dibujos con sus correspondientes descripciones y comentarios sobre Estatuas tumulares de personajes españoles de los siglos XIII al XVIIque se publica en 1902.

Algunas de las publicaciones de Vicente Poleró y Toledo

Se casa en 1859 con la alcoyana Camila García y Moltó (1833-1903), con quien tuvo tres hijas: Pilar, Consuelo y Concepción. Pasó los últimos años de su vida casi ciego y falleció en 1911. El diario La Época del viernes 24 de Febrero de ese año publica una necrológica firmada por Elías Tormo, que se duele del olvido en el que el pintor ha terminado sus días:

        "El día 12 del pasado mes de Enero falleció en Madrid D. Vicente Poleró, poco menos que olvidado de todos, a los ochenta y siete de edad, después de estar enfermo algún tiempo y ciego desde hacía algunos años. Con él ha descendido al sepulcro el último representante de toda una generación de patriotas artistas, enamorados románticos del pasado histórico de España".

Cuenta Tormo que Poleró "recorrió toda España, dibujando siempre, haciendo él solo la labor gráfica de catalogación de las riquezas arqueológicas de nuestra Edad Media, nunca estudiada hasta aquellos días, y hoy mismo todavía incompleta". (Una amplia muestra de sus dibujos puede verse en el Museo de la  Fundación Lázaro Galdiano). También viajó por diversas ciudades europeas para conocer su arte y su arquitectura: París (1867), Londres (1885) y por diversas ciudades de Bélgica, Alemania, Suiza e Italia. 

Los retratos de Vicente Poleró y su esposa Camila García en el Museo del Prado

Realmente la imagen de Vicente Poleró nos resulta conocida gracias al magnífico retrato realizado en 1873 por el que fue su jefe y amigo Federico de Madrazo y Kuntz, obra que se encuentra depositada en el Museo de Lugo, formando parte del denominado Prado Disperso. 
Vicente Poleró y Toledo por Federico Madrazo y Kuntz

La presencia de esta obra en las colecciones del Museo del Prado tiene su pequeña historia: En 1913 una de sus hijas, Consuelo Poleró García, que también se dedicó a la pintura, realizó "un donativo" al Museo de Arte Moderno, se trataba del retrato de su padre, Vicente Poleró realizado por Federico de Madrazo y del de su madre Camila García (Alcoy, c.1835 – Madrid, 1902), realizado en 1863 por Luis de Madrazo, hermano del anterior, también pintor y retratista.

Reseña de la Gaceta de Madrid de la R.O. aceptando el donativo hecho por doña Consuelo Poleró de Arenas de dos cuadros con destino al Museo de Arte Moderno de 16/04/1913 (Publicado en el nº 5 de la Revista "Por el Arte" de Mayo de 1913.

A pesar de tratarse de una donación conjunta del retrato de los dos miembros de la pareja, los caminos que han seguido ambas obras han sido diversos. Al no haberse cumplido la única condición impuesta por la donante de que en cada uno de los retratos figurara una inscripción en la que conste el nombre del pintor y el de los retratados, el Museo ha perdido la memoria de que el cuadro de Camila García, algo deteriorado, que se encuentra en su almacén, pintado por Luis de Madrazo, es el retrato de la mujer de Vicente Poleró.
Frente y trasera del Retrato de Camila García de Poleró de Luis de Madrazo 1863. MNP

Desde aquí instamos la restauración del retrato de Camila García y su incorporación a la Galería Online como pareja del retrato de su marido, en justa consideración a los muchos merecimientos del artista Vicente Poleró, que además ha sido un destacado protagonista de la historia del Museo del Prado.

VICENTE POLERÓ, Pintor

Como pintor su obra es escasa pero selecta, Vicente Poleró concurrió a las Exposiciones Nacionales de 1860 y 1867 en las que obtuvo sendas menciones. Sus obras más interesantes son las que representan interiores palaciegos con especial dedicación a su espacio arquitectónico, que mostraban su gran conocimiento de los escenarios en los que solía moverse para la realización de su actividad y sus estudios pictóricos. En ellos se mueven algunos personajes, generalmente identificables a pesar de su pequeño tamaño y al hecho de estar pintados con pocas pinceladas. Algunas de estas obras las conocemos por las fotografías que se conservan en el IPCE, ya que en la actualidad no se conoce su paradero.

Fotografías del IPCE de dos de las obras de V.Polero


SU OBRA EN LA EXPOSICIÓN GADITANA:
La cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro

La obra que se presenta en la exposición de Cádiz, es la única  que el Museo del Prado posee de este pintor y pertenece a este grupo de pinturas mencionadas de interiores arquitectónicos. En esta obra Poleró rinde homenaje a los grandes pintores que retrataron la corte española del Siglo XVII desde Felipe III hasta Carlos II, en especial a Velázquez y a Carreño de Miranda

A pesar de el carácter historicista que algunos le atribuyen, no parece ser la historia lo que más le importa sino el reflejo del legado artístico de los pintores de corte a través de la presencia de obras, perfectamente reconocibles, que evidencian su profundo dominio de las colecciones de pinturas entre las que se mueve gracias fundamentalmente a su trabajo en el Museo del Prado y en el Monasterio del Escorial.
Vicente Poleró, Cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro

La obra, que se presenta tras una restauración realizada en 2013 por el Museo del Prado, muestra una de las estancias del Palacio del Buen Retiro  durante la regencia de doña Mariana de Austria, en la que podemos ver una jornada de despacho habitual en la corte. A la izquierda un grupo de personajes, uno sentado  tras una mesa y delante de ella dos frailes de pie en conversación. Al fondo una figura de pie que guarda la entrada al aposento y a la derecha el grupo formado por la madre del rey, Mariana de Austria como Regente sentada en conversación con el jesuita Juan Everardo Nithard su confesor y hombre de confianza, tras el cual, con la mano apoyada en el respaldo de su silla podemos ver a un joven Carlos II, algo mayor para parecer el niño de ocho años que era cuando Nithard fue expulsado de la corte. Tanto la madre como el hijo se inspiran en sendos retratos de Carreño de Miranda.
Carreño de Miranda: Carlos II y Mariana de Autria

Pero por encima de los personajes es la propia sala la que protagoniza la obra con una curiosa perspectiva que nos permite verla en todo su volumen, su techo decorado con un fresco, el suelo con sus baldosas y alfombras, sus muebles y las paredes con el conjunto de obras que se encuentran colgadas en ellas. 

De esta manera son perfectamente reconocibles sobre la puerta del fondo, los Retratos a caballo de Felipe III y su esposa Margarita de Austria, de Velázquez que se encontraban en el Salón de reinos del Palacio del Buen Retiro.

Diego Velázquez: Felipe III y Margarita de Austria

Bajo los cuales podemos ver los dos espejos decorados con las águilas heráldicas del Alcázar que suelen aparecer en los retratos de Carlos II de Carreño de Miranda, como el que se presenta en la Exposición. 

J.Carreño de Miranda Carlos II 1673 - MNP- Cádiz

Otra obra que, aunque vista de forma lateral es perfectamente reconocible es el famoso cuadro de Las Meninas, que aparece en el lateral izquierdo tras una gran mesa en la que el personaje sentado puede estar consultando documentos o quizás pudiera ser un escribiente. 
Diego Velázquez: Las meninas

Los Retratos en atuendo de cazador del cardenal-infante y de Baltasar Carlos niño de Velázquez se encuentran colgados en la pared de la derecha a ambos lados del bargueño que tiene encima un espejo, reproducen los que se encontraban en la Torre de la Parada. El tantas veces retratado Baltasar Carlos también se encuentra presente en la exposición de Cádiz en una obra de taller que representa al infante niño. 

Cardenal Infante y Baltasar Carlos , en traje de cazador de D. Veláquez

Curiosamente el Retrato de Baltasar Carlos que figura en la Exposición, atribuido al taller de Velázquez, muestra al infante, de la misma edad y disposición pero vestido de gala en lugar de cazador. 

La imagen de Felipe IV, cazador reproduce al pintado por Velázquez  se encuentra a la izquierda de las Meninas y el cardenal-infante don Fernando como vencedor en Nordlingen según la obra de Rubens se encuentra en la pared derecha entre dos escenas de caza.
Diego Veláquez: Felipe IV cazador, RubensEl Cardenal Infante
Del mismo modo distinguimos entre los cuadros colgados en la estancia algunas obras que representan escenas de animales, probablemente de los flamencos Snyders o Paul de Vos

Paul de VosToro rendido por perros y Fábula del perro y la presa. MNP.

Una segunda versión de la obra

De nuevo una fotografía del IPCE nos ha permitido saber que Vicente Poleró  hizo al menos otra versión de esta obra que presenta diferencias, tanto en relación con los personajes que se mueven en la estancia como de las obras que en ella aparecen colgadas.
Fotografía. Vicente Poleró, Cámara de Felipe IV en el Real Sitio del Buen Retiro. IPCE

Respecto a los personajes, en esta versión podemos ver en el grupo de la derecha a Mariana de Austria más joven que la de la versión anterior, acompañada por la infanta Margarita Teresa, en la edad en que fue pintada en Las meninas, y respecto a las obras colgadas en la sala podemos ver algunos interesantes cambios como la incorporación del Mercurio y Argos de Velázquez sobre la puerta de la pared izquierda o el san Antonio Abad y san Pablo, primer ermitaño, del mismo autor, en el centro de la fila superior de la pared derecha entre las escenas de animales. 

Pero de las diferentes pinturas de esta versión la que interesa en especial a este blog, se encuentra en primer término a la derecha, sobre el infante Baltasar Carlos cazador donde podemos ver claramente que el pintor ha reproducido el Felipe II de Sofonisba Anguissola, colocándola, como se merece, entre los grandes de la pintura.

Con esta tercera entrada doy por finalizada la crónica de la Exposición itinerante del Museo del Prado que con el título "Los Objetos hablan" estará abierta en Cádiz hasta el próximo mes de septiembre y de allí está programado que pase a Santa Cruz de Tenerife hasta enero de 2016 momento en que pasará a La Coruña.

3 comentarios:

  1. Como miembro de los descendientes de Polero le agradezco toda la informacion.

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    1. Aunque han transcurrido varios años desde que se publicó la reseña de esta exposición itinerante, como poseedor de alguna documentación inédita sobre este artista (pintor, restaurador, teórico y tasador), estoy muy interesado en cuantas noticias me puedan allegar-o, en su caso-, facilitar información para el mejor conocimiento de la figura de D. Vicente Poleró. Agradecido, reciba un saludo. Mi correo: jsancheztrigueros@gmail.com

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  2. ¿Sería posible ponernos en contacto? Mi correo: conchadiazp@gmail.com

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